jueves, 28 de agosto de 2008

Ocho personas perecen sepultadas en sus casas

LA TRAGEDIA LLENÓ DE LUTO LA BARRIADA UBICADA EN UNA PENDIENTE

SANTO DOMINGO.- Las viviendas que por años los guardaron de los torrenciales aguaceros y los implacables rayos del sol, se convirtieron la madrugada de ayer en las tumbas de dos familias que quedaron sepultadas bajo enormes pedazos de caliche en el empobrecido sector Jarro Sucio de Guachupita en esta ciudad.

La señora Catalina Feliz, de 32 años y en estado de gestación, murió junto a sus hijos Esteban, de dos años; Manuel, de seis años; Roberto, de 11 meses de nacido; Jefrey, de siete años; Francisco, de 11, y Bienvenida, de 15 años, así como su vecina Carlita Martínez de 38 años.

La señora Odalis Rosario, de 63 años, y su hija Adelina Rosario, de 30, salvaron sus vidas milagrosamente, porque la habitación donde dormían quedó en vilo y la cama se precipitó al vacío sobre los escombros que dejó el deslizamiento, provocándole fracturas de pierna y brazos.

La tragedia ocurrió a la 1:00 de la madrugada de ayer, y según cuentan los testigos, la señora Marcelina gritó y pidió ayuda a los vecinos, quienes no pudieron hacer nada para salvarla, porque quedó atrapada en el pecho por una enorme roca de caliche.“A ella la encontramos abrazada de uno de sus hijos.

Parece que ella se dio cuenta cuando empezó el derrumbe y trató de salvar a todos sus hijos, pero la puerta de salida tenía verja y candado y eso les impidió escapar”, narró el señor Francisco Santos.De los hijos que procreó, sólo quedó vivo el pequeño José Feliz, quien lloraba desconsolado.

Miraba confundido a todos lados y sólo decía tenía deseos de ver a su madre porque “hace varias semanas que no sé de ella”.

Este niño de 12 años sobrevivió a la tragedia, porque habita en casa de una tía en Sabana Perdida y su padre se encontraba en el trabajo. “Yo me llamo José. Yo me llamo Juan Carlos”, dijo tembloroso cuando los reporteros de LISTÍN DIARIO preguntaron por su nombre mientras se dirigía a una iglesia evangélica ubicada en la barriada, donde permanecían colocados en el suelo los ocho ataúdes con los cuerpos sin vida de sus seis hermanos, su madre y su vecina Carlita.

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