¿Verdad o mentira?
Es una acusación de vieja data.
Sus propiciadores deben saber de que si alguien compra es porque alguien vende.
Si es una situación de demanda y oferta u oferta y demanda, entonces a nadie se le obliga a vender, a nadie se le obliga a comprar.
Quien vende, lo hace voluntariamente… y ya.
Ahora bien. Quien vende, ¿es militante, simpatizante, indeciso o alguien que decidió no votar?
Si quien vende es militante, traiciona a su partido y por consecuencia debe ser expulsado del mismo.
Si quien vende es un simpatizante (éste no tiene compromiso directo con el partido, porque no es miembro ni militante), nadie lo puede sancionar.
Si quien vende es un votante indeciso, vende porque decidió no votar.
Si quien vende es alguien que está decidido a no votar, quien compra, no ha comprado nada, pero quien vende hizo una buena venta, porque cobró, pero no vendió nada.
Quien sale a comprar ¿tiene la suficiente capacidad para convencer al adversario de que le venda su cédula para que no vote, pero no es capaz de convencerlo para que vote por su partido?
La oferta económica que hace el compador -nunca se ha dicho- ¿es lo suficientemente atractiva para convencer a un militante o simpatizante de un candidato a vender su cédula?
¿Se compraban cédulas en todas las mesas electorales en cantidad suficiente que alteraran los resultados municipales o provinciales?
En dado caso que sea realidad la compra de cédulas, ¿es malo el que compra, no el que vende?
Esta teoría es descartada por inconsistente.
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