lunes, 22 de marzo de 2010

Al cabo de unos años

Por: Luis Manuel Brito Ureña

En los años 70 hubo mucho fervor revolucionario. La Federación de Estudiantes Dominicanos (FED) y los grupos estudiantiles en los Liceos estuvieron a la vanguardia de las llamadas reivindicaciones populares. Algunos decían que los de los grupos cristianos, como el Centro Juvenil Don Bosco, éramos unos atrasados.

A los seguidores del Padre Vicente se nos criticaba por conservadores. Fue él quien dio apoyo a los estudiantes que ocuparon el templo para protestar por la destitución de los profesores Aquiles Calderón y Jabnel Batista, lo que provocó ciertos disgustos y reproches entre sus más cercanos colegas, y entre otros no tan cercanos, del sector gubernamental, que sugirieron deportarlo.

La UASD se sentía como una especie de faro de luz ante la oscuridad de esos años. Ciertos estudiantes mocanos, los fines de semana caminaban muy orondos por nuestras calles y lucían orgullosos de ser estudiantes de esa universidad de vanguardia y del pueblo.

Conocí uno de ellos que se jactaba de ser amigo cercano del presidente de la FED, y vivía a plenitud esa aureola de grandeza y de militante revolucionario, y se creía estar muy por encima de estos mocanitos que estábamos cobijados bajo la sombra del Centro Juvenil. Nos atacaba sin treguas. Quizás esa era la forma de demostrar que él estaba “in”; y estar “in” en ese entonces, era ser (o creer ser) revolucionario de la UASD.

Al cabo de unos años, encontré a mi amigo “Caco de balón”, como le apodaban, en una cafetería ubicada en la Corazón de Jesús con Dr. Alfonseca, ya en posesión de su título universitario, y además empresario. Al recordar aquellos tiempos sólo atiné a decirle: “yo me imagino que tú debes estar tratando muy bien a tus obreros…?”.

Si estudiara Ciencias Políticas, haría mi tesis sobre la FED. Creo no equivocarme si digo que llegaría a conclusiones muy decepcionantes. Me gustaría (si su tolerancia me lo permitiese) investigar la vida juvenil de todos sus ex presidentes y miembros para compararla con su vida actual. No tengo que incurrir en especificidades ni individualismo, pues todo el que ha vivido el ambiente universitario y político del país los conoce.
Creo que no encontraría mucho “revolucionarismo”;
creo que esa evolución revolucionaria no fuera creciente ni mucho menos positiva, en cuanto a los ideales que ellos en sus años jóvenes tanto cacareaban.

¿Cuántos han quedado atrapados en las garras del poder del momento en desmedro de sus ideales?
¿Dónde se inician, permanecen y se valorizan las ideas avanzadas que tiene un ser humano, al inicio de su vida, o al final de ésta?
“Esos eran otros tiempos”, fue la respuesta que me dio mi amigo aquel día que nos encontramos.

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