Haití, (AP).- El luto dista de terminar en Haití, pero la vida política está reanudando su curso: Un acto colectivo de recordación en torno de una fosa que sirvió de tumba común para innumerables víctimas del terremoto se transformó en uno de los primeros mítines políticos desde el desastre, para denunciar al presidente René Preval.
Centenares de personas se congregaron el lunes en el acto y muchos reclamaron el regreso del presidente depuesto Jean-Bertrand Aristide, una consigna política habitual en Haití cuando la situación se torna de mala en peor.
"Preval no ha hecho nada por el país, nada por las víctimas'', dijo Jean Delcius, de 54 años, quien se trasladó a la ceremonia en un autobús contratado por la fundación de Aristide. ``Necesitamos que alguien nuevo se haga cargo. Si no es Aristide, que sea alguien competente''.
Los opositores ya culpaban a Preval por el desempleo, la corrupción y la codicia rampante. Entonces se produjo el terremoto del 12 de enero que mató a 150.000 personas, arrasó la mayoría de los edificios de gobierno y transformó la capital en un paisaje apocalíptico de trozos de cemento y hierros retorcidos.
Desde entonces, Preval ha aparecido pocas veces en público y ha encomendado a sus ministros que defiendan al gobierno, una tarea de la cual empiezan a renegar.
Preguntada el lunes sobre las críticas a Preval, la ministra de Comunicaciones Marie-Laurence Jocelin Lassegue rechazó responder, con aire enfadado.
``Esas preguntas son para el presidente o el primer ministro'', dijo Lassegue a The Associated Press.
El gobierno de Haití también tuvo que afrontar el problema de los 10 estadounidenses que trataron de sacar del país un autobús cargado de niños haitianos indocumentados.
El primer ministro Max Bellerive dijo a la AP que ``lo que estaban haciendo estaba mal'' y podrían ser acusados de algún delito en Estados Unidos.
``Está claro que intentaban cruzar la frontera sin papeles. Ahora está claro que los padres de algunos de los niños están vivos'', dijo Bellerive. ``Y está claro que sabían que lo que hacían estaba mal''.
Funcionarios diplomáticos se negaron a decir si Washington aceptaría ser sede de procesos judiciales a los estadounidenses.
El vocero del Departamento de Estado, P.J. Crowley, dijo en Washington que el caso seguía en manos haitianas. ``Una vez que conozcamos los hechos, resolveremos el procedimiento apropiado, pero el juicio corresponde al gobierno haitiano'', aseguró.
Mientras tanto, el malestar con Preval sigue en aumento tres semanas después del desastre.
``Vino el sábado y se fue'', dijo Jude John Peter, de 23 años, en un campamento frente a las ruinas del Palacio Nacional, donde unas 2.000 personas que viven en carpas improvisadas con sábanas y palos se pelean por el agua potable y un solo inodoro portátil. ``Al principio no se lo veía y ahora se va cuando la situación se recalienta''.
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