martes, 29 de diciembre de 2009

Opinión

El Mesías que espero
Luis Manuel Brito Ureña

No parezco ni la sombra de un judío, pero irremediablemente tengo que coincidir con ellos y seguir esperando la llegada del mesías.

Apenas estaba comenzando a vivir mi niñez cuando Trujillo murió, y en consecuencia, sabía muy poco de él, porque para preservar sus vidas nuestros padres tenían que tragarse las informaciones.

Luego, se nos habló de la peligrosidad de Bosch; después vino un triunvirato que rompió las reglas establecidas, y nos condujo a la revuelta de abril 65, abortada por los yanquis, que no podían soportar otra humillación al estilo Fidel; o Vietnam, posteriormente.

Vino Balaguer y soportamos sus años. Llegó el PRD, y creímos en la redención, decepcionante, de los dominicanos. Y luego vino el PLD, que nos llenó de esperanza, fallida. Y aún continuamos recibiéndolos.

En la Capital, los candidatos acuden a los barrios populares a buscar votos, pero la tradición nos ha enseñado que luego de ganar se olvidan de esos votantes y acuden solícitos a almorzar en los restaurantes del centro de la ciudad, donde los del barrio sólo pueden ir a limpiar carros o a servir de guachimanes. Y coraje da cuando esos “compañeritos” ven cruzar sus esperanzas irredentas porque los fulanos de tal y sus hijos son los que pasan a disfrutar de las mieles del poder.
Y más coraje da cuando se dan cuenta que esos fulanos eran los enemigos de ayer, cuando el Partido estaba abajo.

Algunos políticos descuidan a sus amigos, pues piensan que ya están ganados, que están ahí, disponibles, seguros, y que a quien hay que ganar es al enemigo. Candidatos que con tal de ganar adeptos, aglutinan cualquier especie humana, sin importar sus raíces ni su trayectoria.

Parece que no conocen la realidad que nos dijo Thomas Jefferson: “Un amigo ofendido es el más encarnizado enemigo”. O la del antiguo Tácito: “La peor especie de enemigos es la de los aduladores”.

Aunque el conformismo que corroe a los desposeídos, hace olvidar lo anterior, cuando vuelven y vuelven tras los pasos de los que siempre los están engañando. Y a veces hasta se conforman con que el funcionario o candidato les salude, como si ese simple saludo resolviera sus problemas radicales.

El pueblo dominicano no tiene que agradecer nada a los políticos en el poder. Son estos los que tienen que agradecer al pueblo, por haberlos elegidos. Y no hay que agradecer nada por lo que hacen, pues para eso es que se les coloca ahí. Tenemos que darnos a respetar cuando aportamos nuestros votos, y tener al menos dignidad.

Por eso coincido con los judíos que aún esperan su mesías, porque los que han venido a nuestra patria han tenido tantos defectos, que las pocas virtudes que reúnen quedan opacadas.

Quisiera seguir soñando para despertar a una nueva realidad, o seguir esperando ese mesías hasta el infinito.

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