martes, 26 de febrero de 2013

artículo escrito por el senador José Rafael Vargas en el periódico Listín Diario


Una simple lectura de las 104 imputaciones que hace el licenciado Guillermo Moreno contra el ex presidente Leonel Fernández, evidencia que ninguna se asienta en hechos probables, lo que ha llevado a muchos a pensar que, más que una querella, se trata de una calumnia orientada a desacreditarlo.
Las acusaciones son flojas, vacías y sin sustento real, como la que indica que el ex gobernante cometió perjurio porque no puso en su declaración jurada los bienes de Funglode. Un absurdo inexplicable en abogados que se consideran expertos, porque se trata de una ONG, cuyo patrimonio en caso de disolución no iría a parar a manos de Leonel Fernández, sino, en última instancia, al Estado Dominicano.
Moreno no logra probar que un solo cheque de las donaciones hechas a Funglode por miembros del sector privado, fuera a parar a manos del doctor Leonel Fernández, quien concibió este proyecto como un centro de pensamiento estratégico para el análisis y estudio de los fenómenos económicos, políticos y sociales en la República Dominicana y el mundo.
Contrario a aprovecharse pecuniariamente de Funglode, lo que hizo Leonel Fernández fue donar a esta institución su biblioteca personal, que es el fruto de 40 años de acumulación de miles de libros de toda naturaleza que hoy están a disposición de los centenares de jóvenes, investigadores y estudiosos que todos los días la visitan.
Por eso, la generalidad de las personas que se han tomado el tiempo en revisar la querella presentada por Guillermo Moreno contra Fernández y la Fundación Global, Democracia y Desarrollo, Funglode, llegan a la ineludible conclusión de que se trata de una acusación infamante, maliciosa y temeraria.
Se estima que en cualquier país con un nivel institucional de desarrollo y donde se supervise la práctica ética de los abogados, el exequátur de Moreno y de quienes le representan estaría en riesgo.
Más aún,  que el nivel de perversidad contenida en la referida querella provocaría el rechazo unánime de una opinión pública equilibrada, orientada al respeto de la dignidad de las personas y a la preservación de sus derechos fundamentales.
En cualquier democracia consolidada, este tipo de acusación estremecería a los ciudadanos,  no solo por las calumnias que se emiten y su inconsistencia, sino porque se trata de una  acción irresponsable y realizada con fines políticos.
El documento presentado ante la fiscalía del Distrito, contiene acusaciones en el aire, como al querer presentar la idea de que Funglode fue utilizada para permitir el enriquecimiento ilícito del ex presidente, lo que no logra demostrar siquiera en lo más mínimo.
Esta fundación no es un patrimonio personal de Leonel Fernández ni de nadie, y es fácil demostrar que el más mínimo centavo dado en donación ha sido invertido en sus infraestructuras, en sus cursos, talleres, maestrías, festivales de cine, conferencias, coloquios y paneles.
Que esos recursos son invertidos en su centro de altos estudios, en los constantes eventos con invitados internacionales de gran prestigio, incluyendo líderes europeos, americanos, africanos, árabes y los más connotados intelectuales del campo de la literatura, actores, actrices y académicos del primer nivel.
Lo único cierto es que Funglode es hoy un referente obligado no solo en la República Dominicana, sino en toda la región de las Américas, y se habla de su éxito en todo el mundo, pero no es porque le haya creado riqueza material a nadie, sino porque allí se vienen a discutir las ideas, a exponer en debate abierto la problemática mundial y a presentar soluciones a las crisis de toda naturaleza que en los últimos trece años nos ha correspondido vivir.
La envidia y los celos impiden reconocer que haya sido un líder que emergió inesperadamente, cuando se iniciaba el vacío político tras la desaparición de los grandes caudillos dominicanos, el que lograra que en todas partes del mundo se esté hablando del prestigio de Funglode.  
Esta querella no prosperará y está condenada al fracaso; pero no es porque las instituciones sean débiles, sino porque se trata de un acto que no se puede sustentar.
En su querella, Guillermo Moreno considera que la beca otorgada por una institución del Estado a un estudiante, para cursar  una de las maestrías que se imparten en Funglode, constituye un delito.
Para el ex candidato del ilegalizado proyecto Alianza País, cursar una Maestría en Regulación de Servicios Eléctricos o en Alta Gerencia Pública en Funglode, es un delito.
Para Moreno, el que una institución del Estado figure junto a Funglode en la promoción de una actividad educativa, científica o cultural, constituye un delito.
Como puede observarse, en su afán de pretender desprestigiar a Funglode y al ex presidente Fernández, Moreno incurre en el absurdo, en la ridiculez y en el desliz de considerar que la educación, la cultura y la ciencia constituyen un delito.
Para los que llevan anotaciones, en los eventos de Funglode participan mucho más empleados, técnicos, estudiantes y jóvenes del mundo privado, que los que están vinculados al gobierno. Hoy día esta es una institución abierta, donde los cupos se llenan con rapidez para participar en las maestrías y eventos internacionales que realiza la fundación, regularmente a través de convenios con prestigiosas universidades europeas, estadounidenses o latinoamericanas.  
El acto presentado por Moreno es un mecanismo que se usa mucho en este medio para brillar políticamente, cuando la expresión del voto le ha sido desfavorable. Tal fue lo que ocurrió con el candidato del proyecto Alianza País, que apenas logró menos de un dos por ciento en las elecciones. Ante esa situación,  de lo que se trata es de conseguir en los tribunales, lo que no se alcanzó en el certamen electoral.
Es lo que hoy se denomina como judicialización de la política.
Se busca primacía, preeminencia, que lo inviten a CNN, al debate político en los medios criollos, a pesar de que las urnas demostraron recientemente que es un político peso pluma, irrelevante, insustancial, que no levanta vuelo.
La inconsistencia legal es obvia
Desde que se inició en el año dos mil, todos los actos que realiza la Fundación Global Democracia y Desarrollo son transparentes, y no han necesitado del concurso del gobierno o del Estado para tener éxito. Incluso el edificio de la fundación se levantó cuando Leonel Fernández había salido del poder, a partir del año dos mil.   
No hay ninguna legislación en el país que prohíba que un funcionario, de cualquier índole, pueda crear y dirigir una fundación. En el caso de los ex-presidentes, es una tradición ya de larga data en los Estados Unidos, que ahora toma fuerza en América Latina, como son los casos de Brasil, con Fernando Henriquez Cardoso o Luis Ignacio Lula Da Silva, de México, con Vicente Fox,  Colombia con Ernesto Samper y el caso de Julio María Sanguinetti con su Círculo de Montevideo.
En el caso del ex-presidente Leonel Fernández, que es además presidente del Partido de la Liberación Dominicana, nada impide que de igual forma pueda  desarrollar un proyecto educativo y cultural en beneficio de la juventud, cuya meta primaria es formar los talentos que requiere el país para su inserción en la sociedad del conocimiento.
Los  rumores y malquerencias se ponen a correr contra Funglode, por el empeño en dañar a Fernández, y se aprovechan las figuras internacionales que vienen al país para echar lodo sobre la misma y su Presidente, como se ha hecho en innumerables ocasiones con muchos diplomáticos, lo que evidencia que hay una campaña maliciosa de descrédito.
Los adversarios de Leonel Fernández, que no son necesariamente los políticos de rostro abierto,  se ocupan de crear fantasmas para construir una imagen falsa del político de mayor prestigio internacional que tiene el país, cuyo favor popular lo ha llevado tres veces a la Presidencia de la República, con un porcentaje superior al cincuenta por ciento.
Los lujos de Funglode son abrirle espacio a la Juventud
Hay quienes se sorprenden de lo que llaman la suntuosidad de la edificación de Funglode, y lo hacen porque  ignoran cómo funciona el Centro Carter en Atlanta, la Fundación Clinton en Arkansas, la biblioteca Kennedy en Massachusetts, y la fundación del ex presidente Ronald Reagan en California. Todas son gigantescas, modernas e impresionantes edificaciones, con todas las facilidades para las oportunidades que se abren a los estudiosos e investigadores de sus períodos de gobierno.
Esas fundaciones se han levantado con fondos publicos y privados. En el caso de Funglode, no se ha recurrido a los recursos del Estado. Pero igual que aquí, el patrimonio de esas fundaciones no pertenece a los ex presidentes, sino que constituyen un activo social al servicio de toda la sociedad.  
En lo que respecta a Funglode, su verdadero lujo consiste en los miles de jóvenes que visitan su biblioteca y los centenares que asisten a sus maestrías, conferencias, talleres y paneles.
Un libelo vergonzoso
Si Leonel Fernández hubiese ambicionado riqueza personal, le hubiese bastado con aprovecharse de sus relaciones internacionales y de su formación profesional, y con una oficina de abogados, de consultoría o de asesoramiento, tuviera hoy un abundante lucro personal. Pero en lo que pensó fue en un tanque del pensamiento, un lugar que contribuyese a la formación de la juventud dominicana. Porque en su mente nunca ha estado el tener villas, mansiones residenciales, yates, aviones ni fincas, porque su mayor riqueza es su cerebro, y los millones están en las ideas que cada día expone, orientadas a crear una economía cada vez más competitiva.
La supuesta documentación profusa presentada por Guillermo Moreno en su libelo calumnioso, constituye una vergüenza. En lugar de articular una argumentación que sea consistente con su acusación, los documentos de Moreno son un confuso entramado que no guarda relación alguna con el objeto de la acusación.
 Ninguno de los documentos presentados constituye un acto de ilegalidad. Ninguno de los donantes a Funglode, por la cantidad que fuere, representa una violación a la ley.
El perjurio que se le atribuye al ex presidente, es de que no incluyó en su patrimonio personal los bienes de Funglode. En otras palabras, lo acusan de perjurio por no seguir su recomendación de cometer un robo. Todas las donaciones, realizadas por entidades del sector privado son licitas y fueron entregadas a nombre de la Fundación Global Democracia y Desarrollo.
Lo que no puede demostrarse en la querella es que esas donaciones entregadas a nombre de Funglode fuesen posteriormente desviadas en favor de Fernández,  y como no puede probar eso, más que una querella con fundamento legal, se trata de una calumnia que raya en lo irresponsable.
 Lo que ha hecho Leonel Fernández es utilizar su imagen  personal para crear un proyecto de progreso permanente para la juventud, ávida de crecimiento espiritual, profesional e intelectual, sin necesidad de utilizar los recursos del Estado.
 Leonel Fernández comenzó a pensar en la formación de la Fundación en la última etapa de su primer gobierno, para lo cual buscó el concurso de un grupo de amigos y de empresarios, que hicieron aportes para su primera etapa, tan pronto dejara el cargo. Se pensó entonces en la creación de un fondo patrimonial para sostener los gastos administrativos mensuales, y en segundo lugar en la construcción  
Todos los aportes se han hecho a la fundación desde el principio, y su finalidad es convertir el lugar en un centro de excelencia para la investigación, los estudios y el análisis de las ideas.
Lo que debió demostrar Moreno en su querella es que esos fondos salieron del patrimonio de Funglode para ingresar al patrimonio de Fernández, y como eso no lo pudo establecer, su querella se queda como una especie de fuegos artificiales, que crean mucho ruido, atraen la atención, pero se diluyen en la nada.
 La querella de Moreno y su manejo mediático tiene mucho de drama, de teatro y sensacionalismo, al presentar copias de cheques que nada tienen que ver con la acusación que formula. Es un simple mecanismo que busca impresionar, pero cuya intención es única y exclusivamente desacreditar al ex mandatario y presentarlo como un villano ante la población.
Los alegatos de Moreno son tan inconsistentes y débiles,  que parecen una multitud de flechas disparadas al aire, sin ninguna orientación.  

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