El discurso con el que un joven John F. Kennedy sedujo a Estados Unidos a su llegada a la Casa Blanca sigue resonando, 50 años después, en las paredes del Despacho Oval y en los oídos del que muchos creen su heredero político: Barack Obama.
"No os preguntéis lo que Estados Unidos puede hacer por vosotros. Preguntaos qué podéis hacer vosotros por Estados Unidos", instó Kennedy, en traje de chaqueta y sin abrigo, a la multitud congregada en el Mall de Washington la gélida mañana del 20 de enero de 1961.
La mezcla de ilusión y determinación del joven senador de Massachusetts había conquistado a un país que comenzaba a ver al general Dwight D. Eisenhower como el abuelo de las clásicas ilustraciones de Norman Rockwell, y que buscaba una mirada fresca para remontar la Guerra Fría e impulsar la economía nacional.
A sus 43 años, Kennedy iba a convertirse en el presidente más joven de la historia del país, tras una trepidante campaña electoral que se vivió por primera vez ante las pantallas y se cerró con un estrecho margen de ventaja sobre su oponente, el entonces vicepresidente Richard Nixon.
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