Por Emiliano Reyes
Cuando caen árboles añejos, robustos, varias veces centenarios y que irradian sombras inmensas con sus extensas ramas, el bosque se resiente. Y surge la pregunta obligada, ¿qué tiempo nos costará suplantarlos? La respuesta, una eternidad.
Ocurrió cuando murió don Freddy Beras Goico. La Patria se resintió. El país se estremece cuando caen estas moles morales.
Ahora cayó otro tronco de la moral pública, el ingeniero Roque Napoleón Muñoz. ¿Qué tiempo le costará a la Patria sustituir esta estirpe? Otra inmensidad. Las teorías sociológicas hablan de que las naciones reponen sus grandes hombres 100, 200, 300 y hasta más años después.
Eso puede ocurrirnos a nosotros. Reponer la enormidad del ingeniero Napoleón Muñoz nos llevará tiempo. Si somos pesimista en este aspecto es por la misma marcha de los tiempos. Uno no ve a simple vista, por lo menos, la materia prima que sirva para elaborar tan acabado producto.
A Europa, por ejemplo, le haría falta líderes como Charles De Gaulle para afrontar su actual crisis. El liderazgo europeo, visto desde aquí, desde esta media isla, se ve timorato, muy alejado del tipo de guía que requiere ese gran continente para lidiar su situación. Antes al contrario, la actual dirigencia europea se ve sumida en escándalos y trasiegos que desdice mucho de lo que eran los grandes liderazgos europeos que llegaron a trazar el rumbo del mundo.
Al continente europeo le costará un buen tiempo lograr el surgimiento de un liderazgo como el de referencia.
¿Qué tiempo nos costará a nosotros ver surgir un Roque Napoleón Muñoz? La República Dominicana lo tuvo y lo sigue teniendo, como único dominicano miembro del Comité Olímpico Internacional.
¿Qué otro dominicano ha dedicado más de cincuenta años su existencia a luchar en contra de la corrupción y por la eliminación de las obras de grado a grado?. No conozco otro que no sea este eminente ciudadano.
Conocí a Polón Muñoz cuando me desempeñaba como incipiente reportero del área deportiva y desde entonces quedé impactado con su sencillez, con esa humanidad poco común, de la que están dotados solo los grandes seres humanos. En esa época este extraordinario dominicano prestigiaba al país al frente del Comité Olímpico Dominicano (COD).
Desde entonces daba seguimiento a todas las informaciones que salían en los medios referentes a su persona. Era una especie de su “fan club” a distancia. Creo que muchos sentían el mismo candor que sentía por ese gran hombre.
Laborando aquí en el Instituto Dominicano de las Telecomunicaciones (Indotel) me encontré de nuevo con Polón Muñoz y le saludé casi con reverencia. Asintió entonces a testimoniar la transparencia de las licitaciones públicas que realiza esta institución, a iniciativa, tengo por sabido, de su anterior presidente y ahora senador de la República, doctor José Rafael Vargas.
Reviví la experiencia de entrevistarle y pude constatar que era la misma reciedumbre, el mismo hombre, el mismo interés por la nación, esta vez atrincherado, no en el olimpismo, sino en la defensa de la moral pública.
Y eso lo hacía desinteresadamente, sin pasar facturas.
Paz a sus retos
*El autor es periodista y coordinador de Prensa del Indotel.