martes, 17 de agosto de 2010

Opinión

Vargas llegará al Senado jadeando

Luis Manuel Brito Ureña

Posiblemente esté equivocado. Pero he notado cierta tristeza en el Dr. José Rafael Vargas, contradictoriamente mezclada con satisfacción.

Dentro de unos días pasará a formar parte del Senado de la República, en representación de su queridísima Provincia Espaillat, por la que tanto se ha desvelado, mucho antes que sus bigotes comenzaran a crecer. Testimonios al respecto hay a granel.

En la presentación de sus memorias el pasado día 9, creo haberlo oído decir que le llaman “trabajólico”, por su gran apego al trabajo constante e intenso. Podríamos afirmar que en sus nuevas funciones iría más suave, comparado con la enorme labor que ha realizado por 6 años en el Indotel. Pero no creo que él sea el tipo de persona que le guste “cogerlo suave”.

Allí fue nombrado por Decreto, expuesto a la decisión del Presidente, y agotó ese período con intensidad. Aquí ha sido elegido por el voto popular, que le garantiza una permanencia de 6 años en esas funciones, si los principios democráticos que rigen nuestro país se mantienen. Pero en cierto modo su labor se hará menos extensa y menos intensa. Creo no equivocarme al decir que estará más amarrado, para poder contribuir directamente con las comunidades de todo el país. Y es probable que ahí resida la causa de esa tristeza, y también la satisfacción de lo que ya ha hecho.

Contrario a muchos de nuestros políticos y funcionarios, que al acercarse un 16 de agosto comienzan a disminuir su trabajo cotidiano, y a recoger, a veces, todo cuanto se puedan llevar; Vargas está trabajando en estos últimos días con tal intensidad y claridad, que los empleados bajo su dependencia, y él mismo, están trotando a un ritmo más acelerado que el acostumbrado, para dejar las cuentas claras y entregar una institución más sana, más fuerte y más disponible para seguir realizando su labor por todo el país. Nostalgia quizás ya ha comenzado a sentir, porque cuando uno se acostumbra a hacer lo que le gusta, se le hace muy difícil cambiar para lo que se aproxima, independientemente de las características que esa nueva situación pueda tener para nuestro desarrollo y el desarrollo de los demás.

Y es posible también que parte de esa tristeza que yo percibo se deba a ciertas críticas, las cuales no voy a juzgar, porque eso es común y corriente cuando una persona está haciendo algo. Y aunque en una que otra ocasión, nosotros mismos no nos hayamos sentido del todo alegres y satisfechos con sus improntas y decisiones, la trayectoria de su vida y el tesón que pone en la mejor realización de su papel, nos han hecho olvidar ciertos sentimientos individuales, que se han rendido ante la potencia de la colectividad beneficiada con su gran labor nacional. Porque lo que beneficia a la mayoría, siempre será mejor que lo que beneficia o perjudica a unos cuantos.

Y esa conjunción entre disgustos y pareceres encontrados, entre amarguras, desazones, alegrías y tristezas, es lo que puede conducir a lograr esa paz en la tormenta y a enraizar en nuestras mentes la concepción de que quien no sabe de amor, no sabe nada.

Viajando hace un par de meses por la comunidad de Los Rincones, en las cercanías de Villa Trina, recuerdo que vimos el local de un club, muy destartalado, y lo primero que atinó a decir el conductor que acompañaba la comitiva fue: “Si el Dr. Vargas lo ve, inmediatamente lo manda a reparar” . ¡Y esa sola expresión tiene una carga significativa tremenda!

No hay que ser amigo de él; no hay que trabajar bajo su dependencia; no hay que ser gracioso ni caer en gracia; no hay que buscar complacencias ni benevolencias, para reconocer que “el chamaquito se las trae”, como dijo alguien de la calle que apenas lo ha visto por los medios de comunicación.

Haciendo y haciendo cosas beneficiosas hasta el último momento, al ritmo de un caballo desbocado, pienso que va a llegar jadeando al Congreso Nacional, justificando así el mote de “trabajólico”, al que hemos hecho referencia.

drbritou@hotmail.com

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